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Madrid

           Madrid, para entendernos, es como un Sevilla Este pero sin salero y en un tamaño que no le conviene a nadie. Tiene que haber de todo como en todas partes pero allí eso de que tiene que haber de todo es el símbolo de la ciudad, es un lema que tenían que poner en la bandera de madrid debajo de sus siete estrellas o en un bocadillo que pueda decir el oso que sale en el escudo intentándo coger frutos de un árbol. Yo, desde mi posición sureña, opino que no estaría tan mal, imagínate esto debajo de las siete estrellas: “No sólo tiene que haber de todo, sino que lo hay”

 

            Gente buena y gente mala, pijos y kies (que en la capital se llaman bacalas, creo), heavies y poperos... De todo. Allí nacen genios, y si no naces genio, te hacen genio. La genialidad se promueve y salió a la luz en la década de los ochenta con la movida, que seguramente fue la época más dorada de la música española y fue cuando el cine empezó a ser cine de verdad y no un guión absurdo filmado con Manolo Escobar como protagonista, Almodóvar surgió de entre las sombras y dirigió “mujeres al borde de una ataque de nervios”. Quizás fue que después de cuarenta años de represión, escribir libremente hizo mejores a esa generación de músicos. Y además, está la genialidad del bocadillo de calamares, divina idea la de meter calamares en pan.

 

            Pero mirando al otro lado de la moneda, Madrid también es un escaparate de freaks. Gente que como decía Sabina puede llegar a pensar que el Sol es su estufa personal de butano. Dicen por aquí en si pones un puesto de mierda a cinco euros en la Plaza Mayor de Madrid habría cola para comprar casi seguro. Además, Madrid es el único sitio de España perjudicado por la bollería, pues si España fuera una rosquilla, Madrid no existiría. Especial crisol de mentes es ese sitio, cualquiera que quiera hacer algo distinto, algo salvaje, algo raro, una gilipollez especial, una soplapollez que quede para la posteridad, que vaya a Madrid, allí seguro que hay gente que le apoya. Véase por ejemplo al futbolista Faubert. Llegó con el propósito de cobrar sin hacer absolutamente nada, ¡y vaya si se salió con la suya! Jugó dos partidos, y el resto los vio desde el banquillo o en la grada del Bernabéu. No solamente no pagaba, sino que encima le pagaron el abono de media temporada en un palco del Bernabéu o en el banquillo, ¡Decidme si no es un chollo! Es el contraste y la contradicción hecha ciudad. La modernidad sexual del barrio de Chueca y la tradición de la plaza de toros de Las Ventas, todos los medios de comunicación y sin embargo los secretos del Gobierno.

 

            Hablando de fútbol, en Madrid reside el equipo más laureado de la historia, mejor equipo del siglo veinte según la FIFA, que últimamente no es muy de fiar, pero bueno, ahí está el título. Éste equipo también es singular, le pasa lo mismo que al Barça, son equipos comodines. “papá... ahora que nuestro equipo ha desaparecido... ¿de qué equipo nos hacemos?” a lo que papá responde: “pues del Madrid, por ejemplo, que si es el equipo de la capital pues será por algo, digo yo”. Es un hecho que cuando tu ciudad o tu pueblo no tiene equipo de fútbol, pues te haces de uno de estos dos, además es más fácil ser madridista o culé, pues ocupan entre los dos casi el 80% del tiempo televisivo y lo mismo con los periódicos.

 

            Madrid puede ser muchas cosas buenas y otras tantas malas. Madrid es un gran hermano donde concursan cinco millones de habitantes y cuyo plató tarda en recorrerse una hora y media, casi, en coche. Hay gente que dice que hay ciudades raras, yo, opino que Madrid se lleva la palma.

a Irene y Jaime, madrileños de pro a los que en verdad quiero.

1 comentario

Marta Camacho -

con su permiso caballero, me lo enlazo!