Sevilla

Sevilla peina su río con puentes, senderos al Altozano,

es hija de El Amor, hermana de Santa Marta y amiga de San Gonzalo.

Sevilla se queda dormida despierta, para cuidar de las palomas de María Luisa,

mientras Mercedes, en su costurero, cose su traje de flamenca sin camisa.

Sevilla es un señorito andaluz con patillas y caballo

y un gitano doliente, palmero de un cantaor desgarrado.

Sevilla es el rico sin fe sentado en Carrera Oficial

y el costalero sufriendo que por fin llega a su altar.

Sevilla es quemarse la piel en el estío

es rezar a lo más santo, y pecar en lo más impío.

Sevilla es lo más alto, lo más bajo, lo más claro y lo más sombrío.

Es calor en agosto, frío en enero, lluvia en otoño y en mayo, Rocío.

Sevilla es un traje de lunares y la mujer que va dentro,

la que por menos de nada y sin castañuelas, te ha dejado sin aliento.

Sevilla son pelos de punta, son ojos cerrados y brazos abiertos,

es ir andando, es escuchar, es quedarse boquiarbierto.

Sevilla es una Plaza de España perfecta a medio terminar,

es tener fe en que puede que nada sea real.

Sevilla tiene de pendiente una torre dorada y otra al lado de una catedral,

Sevilla se adorna, coqueta, si va a la feria, siempre lleva azahar.

Sevilla es un museo que tiene plaza, Cristo y hippies,

es una Alameda, que tiene cerveza en la diestra y en la siniestra un tripi.

Sevilla es un colegio de monjas con la falda corta y niños embusteros,

se puede teñir de mil maneras, pero siempre tendrá los ojos negros.

Sevilla es un Bécquer, un Machado, un Rincón y un Cortar,

Sevilla es Velázquez, un Murillo y es Zurbarán.

Fue un cristiano, un romano y musulmán,

es una muralla, es un foro y es un alminar.

Madrid es muy raro, Roma, quizás, demasiado bonito.

Granada está nevada, Berlín es muy frío,

París me desata, Londres me encadena.

Por eso Sevilla, si es Sevilla, es mejor que cualquiera.

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